Hay dos pruebas para distinguir un regalo genuinamente generoso. La primera es que tiene que resultar un poco doloroso; dar algo que nunca echarías de menos no cuenta. La segunda es que no debe dársele tanto bombo y platillo, porque eso no es generosidad, es publicidad.
Lucy Kellaway
jueves, julio 19, 2007
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1 comentario:
Un ejemplo que me ha venido a la cabeza:
Hace un par de años, un amigo mío le regaló a otro una camiseta de Iron Maiden que tenía desde hacía tropecientos años. Había que datarla con el carbono 14. Solo tenía dos camisetas de aquella época, y la otra ahora es de su novia. No me puedo imaginar la carga de recuerdos que podía tener esa camiseta. La verdad es que fue gracioso, porque todos nos dimos cuenta de la importancia de aquel regalo, y nos quedamos emocionados en plan peliculero.
Por cierto, tío, ¿dónde te metes? Cuéntanos algo, aunque sea que estás vivo.
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