miércoles, mayo 05, 2010

Bukowski - Mujeres (1)

Bukowski es maldito, irreverente, sucio, infiel, perdido, honesto, genial y diferente. Quizás esta sea su mejor novela, autobiográfica.



















Algunos párrafos que me han gustado:

—¿Tú has estado casado?

—Sí.

—¿Y qué pasó?

—Crueldad mental, según los papeles del divorcio.

—¿Y era verdad?

—Claro que sí, por ambas partes.



Acabamos nuestras bebidas y salimos a por el equipaje de Katherine. Unos cuantos hombres trataron de llamar su atención, pero ella caminaba pegada a mí, cogida de mi brazo. Pocas mujeres hermosas deseaban mostrar en público que pertenecían a algún hombre. Había conocido a bastantes mujeres para poder asegurarlo. Yo las aceptaba por lo que eran, y el amor venía difícilmente y muy raras veces. Cuando ocurría era normalmente por razones equivocadas. Uno simplemente se cansaba de estar manteniendo apartado al amor y lo dejaba venir porque a algún lado tenía que ir. Entonces, normalmente, venían muchos problemas.

Estar allí con Katherine era algo extraño. Las relaciones humanas eran extrañas. Quiero decir que pasabas un tiempo con una persona, comiendo, durmiendo y viviendo con ella, amándola, hablando con ella, yendo a los sitios juntos y, de repente, todo cesaba. Luego había un corto período de tiempo durante el cual no estabas con nadie, pero entonces otra mujer aparecía y tú comías con ella y jodían con ella y todo parecía-tan normal como si hubieses estado esperando a que llegara y ella hubiese estado esperándote a ti. A mí nunca me parecía bien estar solo, algunas veces no me sentía mal, pero nunca me parecía bien.



Mientras presenciábamos los combates alguien había estado abriendo la cerradura y haciendo un puente en mi coche. Yo tenía un dicho: «Llevaros a mi mujer, pero dejar mi coche». Nunca mataría a un hombre que se llevara a mi mujer; mataría sin contemplaciones a aquel que se llevara mi coche.


Se sentaron las dos y proclamaron sus edades.

—Yo tengo 32 —dijo Arlene.

—Yo tengo 23 —dijo Tammie.

—Juntad vuestras edades y tendréis la mía —dije yo.



Uno de los enormes guardaespaldas de Marty nos abrió. Tenía a estos tipos con disfunción de tiroides trabajando para él para mantener la ley y el orden cuando los saltimbanquis adolescentes, los freaks peludos, los esnifadores de pegamento, las cabezas en ácido, los fumados, los alcohólicos, todos los miserables, los condenados, los aburridos y los hipócritas, perdían el control.


Ese es el problema con la bebida, pensé, mientras me servía un trago. Si ocurre algo malo, bebes para olvidarlo; si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo; y si no pasa nada, bebes para que pase algo.

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